La Casa de Campo acoge la Feria Internacional de Arte Contemporáneo.
Escultura de Alicia Martín |
El arte invade Madrid las últimas semanas de febrero. Se dan cita en la capital numerosas exposiciones y ferias. La más popular y la que acapara la mayor parte de los titulares siempre es ARCOmadrid pero existen propuestas alternativas igual o más interesantes. Una de ellas es Art Madrid 11 en el Pabellón de Cristal. En su sexta edición los jóvenes han vuelto a ser los protagonistas.
Obra de la exposición Tardor Art. |
En la feria contrastan las referencias al arte pop, del que fue precursor Andy Warhol, con obras de corte clásico. Al entrar da la bienvenida al visitante una gran esfera construida con revistas de la artista Alicia Martín. Se encuentra dentro del programa “Art Show”, compuesto por nueve instalaciones artísticas. La creadora Sara Sanz expone bajo el nombre de Un mundo feliz II varios globos gigantes suspendidos a tres metros de altura con las facciones de distintos seres imaginarios. Junto a ella Cristina Ghuetti utiliza los métodos más modernos para sorprender con su creación. Stripes consiste en una proyección digital de gran tamaño en la que el color es el gran protagonista.
Otra de las principales atracciones es la exposición Tardor Art. Varios creadores se unen para presentar una obra colectiva en torno a un mismo tema: el disco de vinilo. La ambientación se completa con el sonido de la aguja sobre el disco. Con la elección del tema se pretende, mediante el uso del disco, darnos la visión más romántica de la música. Sorprende ver como cada autor ha sabido dotar de personalidad y originalidad al vinilo. Un mismo elemento manipulado por cada artista hasta convertirlo en algo totalmente nuevo y diferente. Llama la atención el creador danés Trensig que expone una escultura esférica compuesta por discos enrollados en forma de cilindro. Aparte de él participan también Sara Huete con “Música lenta”, la fotografía de Colita, o la instalación sonora de Mari France Veyrat.
Durante los últimos tres años se incluye el programa "Young art", en él se da la posibilidad a artistas emergentes de dar a conocer su obra y ponerla a la venta. Como nos confirman los organizadores las creaciones presentadas en esta sección han sido “las más vendidas”. Varias galerías forman parte de esta iniciativa. Absolute Art Space está representada, entre otros, por Haugr con dos mosaicos en el que las teselas son caramelos “sugus” de colores. Ana Pimentel, dentro de la galería Paulo Nunes Arte Contemporânea, da la nota de color presentando Lolly in the dream Garden. Sheila Pazos expone en la galería Metro su original visión del tamaño y la proporción con una obra sin título realizada en madera.
El arte no es un negocio ajeno a la crisis, se puede observar como las obras se suavizan, se pierde riesgo artístico para resultar más accesibles a un comprador ya de por sí dudoso. Para algunos es algo positivo. Las críticas de los últimos años venían diciendo que lo que se veía en Madrid en este tipo de exposiciones cada vez estaba más lejos del arte y más cerca del timo. Pese a ello, sigue habiendo obras polémicas y extravagantes como las de Noe Serrano. Su escultura representando un híbrido entre un bebé y un perro fue una de las obras más comentadas entre los visitantes.
Obra de Noe Serrano. Web art49.com |
En art11 se dan cita todo tipo de personas. Este año se ha superado la cifra de 40000 asistentes. Desde niños con sus padres, que no parecen muy contentos con el plan de domingo, hasta señoras que dicen estar dispuestas a adquirir “un nuevo trofeo” para mostrar en sus casas. Es curioso que la cafetería acaparare más atención que cualquiera de las exposiciones. Quizá el módico precio de la entrada (10 euros frente a los 60 de Arco) convierte a la feria en una excursión para ocupar la mañana. Muchos de los visitantes opinan que es algo positivo ya que acercar la cultura a los ciudadanos es bueno aunque no reporte beneficios económicos. De este modo no todo el mundo que la visita está interesado de verdad en el arte. El elevado coste de la entrada de Arco se convierte en un filtro para evitar visitantes sin intención de ver las obras y mucho menos de comprarlas.
Pasillo principal de la exposición "Un mundo feliz" de Sara Sanz |
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